8 películas de Ciencia Ficción para ver el fin de semana – Netflix

Netflix se ha especializado en la difusión de cierta clase de películas de ciencia ficción que comparten cierto tono y cierto espíritu más allá de sus diferencias inherentes, sean producciones propias o adquisiciones ajenas.

Se trata de un tipo de ciencia ficción que podría definirse como ostentosa y exagerada, algo rústica, al borde del «mal gusto» o de lo ridículo, pero con un inevitable encanto por esas mismas razones, de las que —y esto es muy importante— no reniega.

Películas más cercanas en espíritu a Plan 9 from Outer Space que a 2001: Odisea del Espacio, ideal para los verdaderos fans del género, los que no exigen necesariamente estar frente a una obra de arte sofisticada e importante y reconocen el valor de lo disparatado y absurdo en la ciencia ficción.

Estas son algunas de las mejores representantes de ese subgénero que podríamos llamar como «ciencia ficción Netflix».

Anon

Una película que tal vez habría encajado mucho mejor como un capítulo de Black Mirror, bajo la óptica sardónica y pesimista de Charlie Brooker.

Una distopía digital que araña la superficie de las preocupaciones actuales en torno a la privacidad y a la seguridad digital para perderse luego en un misterio criminal bastante convencional.

Clive Owen interpreta a un detective en un mundo en el que no existe la privacidad ni el anonimato, y las autoridades registran cada movimiento de todos los ciudadanos. El crimen es prácticamente inexistente en esta sociedad pero investigando una serie de asesinatos sin resolver el detective se encontrará con una misteriosa chica (Amanda Seyfried) que no tiene identidad ni historia y es invisible para la policía.

Mute

Alexander Skarsgard interpreta a un hombre mudo y huraño con graves traumas que arrastra desde su niñez en el seno de una familia Amish y que ahora trabaja de barman en un club de strippers de Berlín, propiedad de unos mafiosos. Está enamorado de una stripper que ha sido abusada sexualmente.

Paul Rudd interpreta a un excéntrico cirujano estadounidense vinculado a la mafia y con una clínica clandestina. Tiene una pequeña hija y quiere irse de Berlín, por lo que necesita documentos falsos de parte de los mafiosos.

Justin Theroux es su colega, que además tiene un negocio paralelo en el que realiza implantes y cirugías cibernéticas. Esconde oscuras perversiones sexuales.

Los elementos por separado, y también los actores, resultan intrigantes y prometedores, pero de alguna manera el director Duncan Jones (MoonSource Code) se las arregla para hacer del conjunto un todo algo decepcionante, sin foco, tan aplacado y mudo como su protagonista, a pesar de que la película llegaba como la «secuela espiritual» de la excelente Moon (tiene un cameo de Sam Rockwell pero es inútil e insignificante) y un regreso del director a historias más personales luego del fracaso de la adaptación de Warcraft.

El bigote de Paul Rudd, una fascinante estética neo-noir y un destacable final la redimen.

Psychokinesis

Netflix, siempre atenta a los talentos emergentes, reclutó al director de la notable y exitosa Train to BusanYeon Sang-ho, que se despachó con una película de superhéroes a la coreana.

La historia es así: un hombre de mediana edad irremediablemente mediocre y fracasado obtiene superpoderes al beber agua contaminada, y tiene su posibilidad de redención, de convertirse en el padre que nunca fue y en un hombre excepcional.

La película comparte familiaridad por un lado con otras películas de «hombres corrientes que obtienen superpoderes» y, por otro, con el resto de la nueva ola de cine surcoreano, incluyendo tragedias familiares, dramas de padres e hijos, personajes frenéticos y expresivos, y una mezcla alternada de violencia y humor.

Lo mejor de la película es su contundente trasfondo político. Si este mundo real en el que vivimos hay un superhéroe, no uno exuberante y grandioso como Superman o Capitán América, si no uno realista y pedestre, un hombre común que simplemente tiene poderes sobrehumanos, el verdadero villano superpoderoso con el que debería medirse es el capitalismo. Y probablemente pierda.

The Cloverfield Paradox

La misteriosa y esperada tercera película de Cloverfield, una saga que se ha destacado sobre todo por tener impactantes y originales estrategias de marketing, llegó inesperadamente a Netflix y sorprendió a todos. Los conspiradores malintencionados dirán que se lanzó así para que pasara lo más desapercibida posible.

La marca Cloverfield se le anexó a esta película de ciencia ficción que originalmente nada tenía que ver con la saga, y al final se le incluyó un guiño a la primera película para cerrar el círculo.

En el medio hay una muy poco inspirada historia de ciencia ficción espacial con toques de horror a lo Alien, que incluye un elenco de personajes que podría ser el inicio de uno de esos viejos chistes de gente entrando a un bar (una inglesa, un estadounidense, un alemán, un brasileño, un irlandés, un ruso y una china) y una serie de eventos caóticos y azarosos sin ningún sentido y sin explicación ya que todo puede ocurrir si se saca la carta de dimensiones alternativas.

En un momento un brazo suelto permite una rutina digna de Dedos de Los Locos Addams, en lo que sea tal vez su mejor momento. Con esto quiero decir, de todas maneras, que es lo suficientemente ridícula para resultar entretenida.

The Titan

Otro futuro sombrío y deprimente. Es 2048, la Tierra padece de sobrepoblación y está asolada por guerras y conflictos. Titán, la luna de Saturno, se ve como un posible nuevo hogar para la humanidad, una nueva esperanza, pero para esto se necesita acelerar la evolución genética humana. Así que se conducirán revolucionarios experimentos que tienen, como objeto de prueba a Rick, un piloto de guerra que había logrado sobrevivir en un desierto sin agua ni comida por tres días.

Nuevamente, los elementos clásicos de la ciencia ficción están presentes, desde los temores apocalípticos pasando por la exploración espacial y la colonización de otros planetas hasta la experimentación genética y los dilemas éticos de la ciencia, lo que puede bastar para los aficionados.

El director debutante Lennart Ruff sin embargo lucha para armar una historia cautivante y entretenida, y no lo ayuda ese actor de dudoso talento y escaso carisma que es Sam Worthington.

Taylor Schilling y Tom Wilkinson completan el elenco y aportan algo de interés y emoción a una historia que es en el fondo un drama familiar que conduce a la violencia y el desarraigo.

Annihilation

La más seria y prestigiosa de esta lista, y también, aunque una cosa no implica la otra, la más sustancial y mejor lograda.

Netflix sacudió a la industria quedándose con la nueva película de Alex Garland, director que ya había cautivado al mundo con su primer largometraje, Ex Machina. Fue todo una polémica, luego de que Paramount desechara la película presuntamente por ser «demasiado intelectual».

El argumento gira en torno a una misteriosa zona a la que se ha denominado «el resplandor», en la que ocurren toda clase de mutaciones y fenómenos extraños. Un comando militar secreto ha intentado explorar sin éxito la naturaleza exacta de esta zona, pero ninguno de los fue hasta allí regresó, salvo por un hombre.

Un grupo de mujeres, entre ellas Natalie Portman, la esposa del único militar que volvió con vida del resplandor, decide ir a explorar la zona por su cuenta, una misión suicida.

Con reminiscencias a Arrival (Denis Villeneuve, 2016) y puntos en común con Stalker (Andrei Tarkovsky, 1979), es una ambiciosa película de ciencia ficción, temática y narrativamente compleja, visualmente deslumbrante y ocasionalmente espeluznante.

Bright

Ampliamente promocionada como el primer gran blockbuster de Netflix, la compañía invirtió 90 millones de dólares para su película original más ambiciosa hasta ese momento, en parte para convocar a dos figuras de peso como el director David Ayer y la estrella Will Smith, que volvían a colaborar después de Suicide Squad.

Muchas cosas se pueden decir de Bright, pero no que pasó desapercibida. El notorio perfil que adquirió se debió a las críticas vehementes y negativas que comenzaron a acumularse y que quizá le valieron una una reputación peor de la que merecía, pero esto no hizo mella en su presunta popularidad.

Una película buddy cop (Joel Edgerton coprotagoniza junto a Smith) ambientada en un mundo alternativo fantástico, salido de un oscuro cuento de hadas y poblado por orcos, elfos, centauros y todo tipo de criaturas mitológicas y mágicas.

Es la representante más acabada de la «ciencia ficción Netflix»: entretenida y desmedida, descuidada y tosca, destinada a no ser tomada demasiado seriamente, una vez que se pasa por alto su pretendida seriedad y su burda alegoría que quiere dejar una lección sobre el racismo.

What Happened to Monday

Es evidente que la sobrepoblación mundial se ha convertido en uno de los tópicos más recurrentes de la ciencia ficción.

En este caso, la premisa da lugar a uno de los argumentos más curiosos e intrigantes: es 2043 y hay una estricta política obligatoria de un solo hijo por familia; el personaje de Willem Dafoe tiene tanta mala suerte que su hija da a luz a siete niñas y muere en el parto, quedando él a cargo de sus siete nietas. Su idea es tan descabellada como perfecta: decide quedarse con las septillizas simulando que son una sola, entrenándolas para actuar como tal y nombrándolas de acuerdo a cada día de la semana, que será el día en que cada una podrá salir al mundo.

30 años más tarde, sin embargo, un lunes, Lunes no vuelve a casa, y todo su plan se tambalea, así como el futuro de las siete hermanas.

Todo el atractivo de la película está contenido en ese argumento al que el director Tommy Wirkola no le da mucho más vuelo ni expande demasiado, prefiriendo concentrarse en las destrezas de su protagonista, una Noomi Rapace magnética, en cualquiera de sus siete versiones.

Desarrollador gráfico y web, con ganas de trabajar y aprender todo lo posible de este campo tan variado. Trato de ser creativo en la vida laboral como personal. Amante de la buena lectura, el cine con sentido e inteligente.

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